Serguéi Eisenstein (1898 – 1948) fue un director de cine y teatro quien filmó una de las cintas inconclusas más famosas de la historia del cine: “¡Qué Viva México!”
¿Pero, por qué un director soviético de origen judío estaría interesado en filmar una película sobre México?
Cuando contaba con apenas 22 años ayudó a diseñar y a dirigir una adaptación de una historia para teatro de Jack London titulada “The Mexican”. En ese entonces estudió las tradiciones, vestido y máscaras de nuestro país y hubo algo en esas imágenes que lo cautivaron.
Para que ubiquen mejor quién es este señor, les comento que en 1925 filmó su famosa cinta “El Acorazado Potemkin”, que le fue encargada para conmemorar el vigésimo aniversario de la revolución bolchevique de 1905; esta película es la que contiene la famosa escena de la escalera de Odesa, cuando los cosacos disparan sobre el pueblo inocente, y que ha sido parodiada en muchas otras películas, específicamente la parte en donde una carreola con un bebé cae por las escaleras sin que nadie pueda detenerla. Deben recordar haberla visto en “Los Intocables” (1987), en “El Padrino” (1972), en la tercera parte de “Y Dónde esta el Policía?” (1988) y en Los Simpsons.
La odisea de este director en su afán por filmar en el país donde se llevó a cabo la primera revolución del siglo XX comienza en 1929. Con la finalidad de asistir a varios congresos cinematográficos, Eisenstein y sus colaboradores Grigory Alexandrov y Eduard Tissé salieron de Moscú. Llegaron a los Estados Unidos donde los esperaba un contrato con la Paramount el cual no funcionó muy bien. Una de las propuestas del estudio era la película “Sutter’s Gold” que trataba sobre la fiebre de oro en California, Eisenstein elaboró la adaptación pero al estudio no le gusto su mensaje anti-dinero. Luego se intentó sacar adelante el proyecto “An American Tragedy” basada en la novela homóloga de Theodor Dreiser a quien Esenstein había conocido en Rusia, pero… aunque comenzaron los preparativos para la filmación el director se nego a utilizar actores profesionales, lo que era para él una costumbre, pero no para el gran estudio que se manejaba por el “Star System”. Debido a estas diferencias irreconciliables la Paramount decidió revocarle su contrato.
Entonces un grupo de intelectuales de izquierda en donde estaba incluído el novelista Upton Sinclair, lo convencieron de venir a México para grabar la famosa cinta inconclusa. Eisenstein además estaba muy influenciado por el muralista Diego Rivera, a quien había conocido en Moscú y que le habló de la historia y tradiciones mexicanas.
Era un proyecto ambicioso que entusiasmó mucho al director, pero le trajo muchos problemas. Su productor fue Sinclair, quien cometió el error de asignarle como Gerente de Administración a su cuñado Hunter Kimbrough quien lo acompañó a México y al que además, le encantaba la bebida, algo con lo que Eisenstein no concordaba, pese a que era ruso. Esta relación fue un desastre.
La cinta contaba con 4 episodios: “Sandunga” una boda indígena en Tehuantepec; “Maguey” el sacrificio de unos campesinos en una hacienda porfiriana; “Fiesta” la preparación de un torero para el ruedo y los festejos de la Virgen de Guadalupe y finalmente “Soldadera”, la historia de una mujer revolucionaria. Tenía además un prólogo sobre el México prehispánico y un epílogo con imágenes del Día de Muertos.
Cuando Eisenstein y sus compañeros llegaron a la Ciudad de México en 1930 inmediatamente se pusieron a trabajar, filmaron escenas del festival de la Virgen y de muchas corridas de toros, pero entonces sucedió lo inesperado: la policía federal arresto a los tres rusos y fueron a parar a la cárcel. Esto presuntamente debido a algunos grupos en Hollywood que habían alertado a las autoridades mexicanas de que a Eisenstein no se le había permitido filmar una película en los Estados Unidos debido a que era comunista. Gracias a que Kimbrough movió algunas influencias, los tres rusos pudieron salir de la cárcel y obtuvieron una merecida disculpa por parte del gobierno mexicano por haberlos tratado mal, además de que se les dio completo apoyo para la realización de su película.
Eisenstein filmó muchísimo material sin comprometer su contenido estético como buen artista, pero no contaba con el presupuesto, estaba acostumbrado a que en Rusia, todo le era proporcionado por el gobierno, entonces tratándose de “dineros” el pobre director era un neófito. Su presupuesto inicial de apenas $25,000 dólares que le fueron proporcionados por Sinclair y que según él alcanzaría perfectamente a cubrir toda la filmación, se le acabó en un abrir y cerrar de ojos, por lo que tuvo que recurrir a su productor para pedirle más dinero. Sinclair también tenía sus problemas, la muerte de su esposa, él mismo enfermo, la dificultad para conseguir patrocinadores y la depresión acabaron por que ordenara en 1932, el cese del rodaje. En un principio el director pensó que podría terminar la película con lo que se había filmado ya y enviado en su momento a Los Ángeles, pero serias diferencias con Sinclair le impidieron obtener su visa para regresar a los Estados Unidos. En marzo del mismo año, por fin consiguieron los tres rusos obtener su visa pero era un permiso condicionado, no podían viajar a través de Hollywood, por lo que tuvieron que ir directamente a Nueva York.
Antes de regresar a Rusia, Eisenstein y Sinclair llegaron a un acuerdo, Sinclair enviaría todo el material a Moscú para que fuera editado por el director, para lo cual Alexandrov se quedó en Nueva York, pero Sinclair insistió en que se marchara. Finalmente los rollos salieron para Europa, pero cuando llegaron a Hamburgo, Sinclair se arrepintió y ordenó que los enviaran de regreso. En 1954, Sinclair le entrego todo el material al Museo de Arte Moderno. Más tarde, Alexandrov recuperó el material y en 1977 hizo su versión muy personal de “¡Qué Viva México!”; que es la cinta que podemos ver hoy en día.
Eisenstein nunca se recuperó completamente de este fracaso y aunque al regresar a Rusia filmo dos obras maestras más “Alexander Nevsky” (1938) y la primera parte de “Iván el Terrible” (1943 – 1945), fue rechazado por el régimen stalinista y falleció sin haber visto terminada la segunda parte de “Iván el Terrible”.
Con el material se editaron el largometraje “Thunder Over México” en 1933, y los cortos “Death Day” y “Eisenstein in México” en 1934, producidos por Sol Lesser.
Las imágenes filmadas por este director tuvieron una gran influencia en el cine mexicano, especialmente en el cine de Emilio Fernández y en la fotografía de Gabriel Figueroa.
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